El WIFI puede ser peligroso para un bebé?

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El WiFi es parte de nuestra vida de todos los días y es algo que ya casi todo el mundo da por hecho, como la radio o la televisión, y al igual que con estas dos, despierta dudas y temores en mucha gente que no cuenta con la información necesaria. Pero que tal si hay un recién nacido en la casa? Es la misma pregunta que nuestros abuelos se han preguntado cuando se masificó la radio y la televisión: ¿puede ser perjudicial el WIFI para un bebé? ¿Hay alguna precaución que deban tomar los padres?

Hoy vamos a dejar respondida esa cuestión.

Todo lo que implique los términos «radiación» y «ondas electromagnéticas» trae a la mente de la gente todo tipo de peligros y películas de acción con lasers y ciencia descabellada y peligrosa para la humanidad, pero pensemos que si fuera una tecnología realmente peligrosa no se usaría en hospitales y escuelas, verdad? Así que no es necesario ponerle un sombrerito de papel aluminiio al bebé para mantenerlo a salvo. Veamos…

La radiación electromagnética puede separarse en dos categorías: radiación ionizante y radiación no ionizante.

Explicado de forma simple, la radiación ionizante es aquella que puede “romper” las moléculas que componen las cosas.

En cambio, la radiación no ionizante, simplemente pasa a través de los objetos o bien se convierte en calor cuando entra en contacto con ellos.

Las redes WIFI operan en la misma frecuencia que un horno a microondas. Usa radiación no ionizante y al tocar objetos pasa a través de la mayoría o se convierte en calor, pero sin alterar la composición del objeto. Es totalmente inofensiva y el aumento de temperatura que puede generar es tan pequeño que es casi imposible de medir.

En cambio, la radiación ionizante es peligrosa. Ejemplos de esta son los rayos ultravioletas y la radiación nuclear. No sólo calientan considerablemente los objetos, sino que pueden modificar su composición, y en el caso de un humano, modificar su ADN causándole distintas formas de cáncer.

Por ejemplo: las quemaduras solares debidas a una exposición prolongada y sin protección al Sol, no queman por el calor en sí, sino porque los rayos UV dañan el ADN de la piel generando la sensación de quemazón.

Si quieren la explicación larga y un poco más científica…

Lo que define si la radiación es ionizante o no, es la frecuencia e intensidad de las ondas. La frecuencia define el nivel de daño que la radiación puede producir. Y el WiFi y otras comunicaciones de radio usan una muy baja frecuencia.

En cambio, la radiación ionizante, que puede causar cáncer, tiene una muy alta frecuencia y es por eso que puede alterar el ADN.

La frecuencia necesaria para considerarse ionizante es de al menos 1 MILLÓN de GHz. Esto es una 500.000 veces superior a la frecuencia que usa el Wi-Fi para transmitir, que oscila entre los 2.4 GHz y 5 GHz.

La radiación ultravioleta del Sol está más cerca de ser ionizantemente peligrosa debido a que su frecuencia es de ~750,000 GHz. Pero no por esto vamos a escondernos en casa por el resto de nuestras vidas, verdad?

Y además de la frecuencia, está la intensidad. La radiación no ionizante puede ser dañina si se emite con una alta intensidad. Y de hecho, una radiación ionizante que tenga poca intensidad podría ser inofensiva. Nuestro organismo puede tolerar bajas intensidades, y es por eso que no morimos con sólo exponernos al Sol (a diferencia de los vampiros). El WiFi tiene una intensidad de, como mucho, 1 Watt (siendo la mayoría de las veces de 200 mW). Y la mayor parte de esa energía se dispersa y nos alcanza apenas un 10% por cada metro de proximidad, unos 2 mW (MILI Watts). Prácticamente ínfimo.

Los hornos microondas (que funcionan a frecuencias similares a las del WiFi) transmiten ~1000 Watts, pero que están altamente enfocados dentro de esa caja metálica aislada. Apenas 1 Watt puede que escape del blindaje, e incluso esa intensidad se considera suficientemente segura e incluso nos llega aún más dispersa si nos situamos a un metro del horno en funcionamiento. Y todo esto siempre y cuando el horno funcione correctamente, es decir, que el blindaje sea el adecuado y que el magnetrón se apague cuando abrimos la puerta.

Y para terminar, la luz del Sol (que se emite en una frecuencia mayor, por ende, más energética) tiene una intensidad de unos 1000 Watts por metro cuadrado cuando llega al piso. Por eso tenemos que usar protector solar si vamos a estar un buen rato al Sol.

Ahora bien, las antenas de nuestros teléfonos celulares emiten en esa frecuencia del WiFi, pero con algo más de intensidad. Tal es así que muchos afirman que una llamada de 20 minutos equivale a un año de exposición al WiFI.

En el caso de las antenas de celulares, no hay estudios que establezcan una relación entre su cercanía y daños a la salud. De hecho, todas las antenas se colocan sobre un poste o soporte a gran altura que no emite radiación alguna. Las antenas de telefonía están diseñadas de tal forma que la radiación electromagnética se proyecta de forma horizontal y con una leve inclinación hacia el suelo. Por ello, el espacio situado inmediatamente debajo de una antena prácticamente no recibe radiación de esa antena, por lo que es seguro vivir en un edificio que posea una antena de telefonía. Es más, esos inquilinos van a recibir más radiación procedente de otras antenas situadas a cientos de metros de distancia que de la que se tiene en la azotea.

Las antenas de celulares de las azoteas, transmiten con una intensidad variable, que depende de la cantidad de gente que esté usando sus teléfonos en esa zona. Por lo cual, las emisiones son menores en horario nocturno. Todas estas antenas emiten en el rango de entre 1 y 3 GHz, que es aún inofensiva para el organismo a la distancia que se ubican.

Si bien está estipulado el nivel de intensidad que deben emitir estas antenas, las recomendaciones de limitar el uso de los móviles entre los jóvenes y de evitar la instalación de antenas de telefonía en las cercanías de colegios, hospitales, parques y centros de ocio, no se deben a que se hayan identificado riesgos concretos en estas situaciones, sino más bien para reducir la percepción de peligro por parte del público desinformado.

 

Conclusión: el WiFi es inofensivo.

Si aún así te quedan dudas, simplemente sentate a más de un metro de distancia del router, no uses la notebook sobre las piernas, alejate de las antenas, y no hables por celular más de 5 minutos (sobre todo si el teléfono tiene baja señal, ya que incrementará la intensidad de su antena para mejorar la recepción). Pero estas medidas no impiden que a tu cuerpo llegue el WiFi del vecino, las ondas de radio y TV, señales de antenas de la zona, etc.

Y si te deja más tranquilo, la Organización Mundial de la Salud hizo un esudio sobre esto.

  

 

 

2 Respuestas

  1. Ludy_ElSupremo dice:

    Agradecido de tan detallada explicación. Y satisfecho por los resultados. Ya q tengo una recién nacida y el router al lado de su cuna. De todos modos,lo trasladaré a otra habitación. Pero,ya estoy más tranquilo. Gracias

  2. Victor dice:

    Gracias por compartir día a día.
    Saludos y éxitos!